lunes, 24 de mayo de 2010

Recordando a Miguel Hernández

Durante el último mes hemos conocido un poco más al poeta Miguel Hernández, para celebrar el centenario de su nacimiento. Habéis investigado cosas de su vida, de su niñez, de su juventud y de la guerra en la que luchó y tras la que estuvo en la cárcel, donde murió en el año1.942. Sabéis que la poesía es la musiquita para el corazón y yo quiero regalaros unas poesía que sé que os gustan muchísimo, porque las habéis aprendido y comprendido.¡Guardadlas en vuestro corazoncito!

Las abarcas desiertas
Por el cinco de Enero,
cada Enero ponía
mi calzado cabrero
a la ventana fría

Y encontraban los días
que derriban las puertas
mis abarcas vacías,
mis abarcas desiertas

Nunca tuve zapatos,
ni trajes, ni palabras,
siempre tuve regatos,
siempre penas y cabras

Me vistió la pobreza,
me lamió el cuerpo el río
y del pie a la cabeza,
pasto fui del rocío.

Por el cinco de Enero
para el seis yo quería
que fuera el mundo entero
una juguetería

Y al andar la alborada
removiendo las huertas
mis abarcas vacías,

mis abarcas desiertas.



Miguel escribió a su querida Josefina Manresa estos versos tan hermosos:

Tus cartas son un vino
que me trastorna, y son
el único alimento
para mi corazón.
Aunque bajo la tierra
mi amante cuerpo esté,
escribeme, paloma,
que yo te escribiré.


Tristes guerras

Tristes guerras,
si no es amor la empresa.
Tristes, tristes
Tristes armas,
si no son las palabras.
Tristes, tristes.
Tristes hombres,
si no mueren de amores.
Tristes, tristes


Letrilla de una canción de guerra

Déjame que me vaya,
madre, a la guerra,
déjame, blanca hermana,
novia morena.
Déjame.
Y después de dejarme,
junto a las balas,
mándame a las trincheras
besos y cartas.
Mándame.